Mi querida Aggela me dijo la otra noche, mientras estábamos sentadas en un club degustando nuestra 10 copa de champagne: "Luna, I'm so glad I met you". Y esa es la verdad, lo más importante de mi Erasmus. Estoy tan contenta de haber conocido a estas personas, y de sentirlas como una familia en tan solo 30 días, que hace que no sea tan duro el echar de menos a otra gente.
Se hace difícil. Se hacen difíciles las clases, los horarios, y la melancolía de la nieve a través de mi ventanal. Se hace difícil el no poder dormir más de tres horas cuando salgo de fiesta, y sentirme cansada, y añorar mi cama y mis persianas. A veces se hace difícil cuando todo el mundo aún duerme y yo tengo que quedarme en mi cama, y pienso en millones de cosas. Millones. Pero entonces aparece un mensaje de mi Effie, ofreciéndome café y french toast, y acordamos despertar a mi mamma italiana aporreando a su puerta. Y después recibir una invitación para ir a comer a Kolibrien y reírnos de las locuras de la noche. Y regresar a Korallen, y sentirme en familia, y no sentirme sola.
Y adoro nuestros trayectos en tren, en la silent zone, gritando sin parar, riéndonos de punta a punta, haciéndonos millones de fotos. Adoro regresar de fiesta e ir a nuestra cocina, y seguir riéndonos incluso a las seis de la mañana. Y adoro el momento post-fiesta, al día siguiente, muriéndonos con las fotos, sentados en los sillones, junto a la calefacción, intentando afrontar el nuevo día con dignidad.
No voy a negar que ha sido un mes difícil, pero también ha sido probablemente el mejor mes de mi vida.
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