sábado, 26 de enero de 2013

First week. Foundation Course.


Ya he cumplido mi primera semana en tierras danesas. Han sucedido cosas extrañas, pero la más importante es que finally me estoy haciendo con el tema del frío. Ahora ya no necesito ponerme cien capas para ir al edificio de al lado, ni siento que voy a desmayarme cuando salgo de un bar.

El curso lo ha cambiado todo (vamos, esa es su función). Es alucinante lo de conocer gente de cada país, que te cuenten sus propias historias, cómo se lo montan de fiesta, cómo funcionan las cosas en sus países… Básicamente eso es lo mejor del Erasmus.

Me encanta encontrarme spanish people everywhere. Siempre encontrarás a un españolito wherever you go. Llevo aquí solo una semana y al menos tres días nos hemos encontrado con gente que no sé como coño ha acabado en Roskilde, pero es bonito lo de llorar todos juntos por las pocas horas de luz y por cómo echamos de menos lo más tradicional de España: estar en la calle.

Anoche salimos por Copenhague y la fiesta literalmente empezó a las 8 de la tarde. La happy hour era de 16:00 a 22:00. La gente se empezó a cansar y cuando estaba hablando con el primer danés de mi vida me dijeron que nos pirabamos, like WHAT? NOOOOO. But yes, en el momento álgido de la noche.

A las 04:00 estábamos en Trekroner Station, y decidimos pasarnos por Kolibrien para unirnos a una supuesta fiesta de cumpleaños que cuando llegamos había muerto completamente. A mi me daba mucha pena los globos abandonados y las caretas con la cara del tío rondando por ahí, y todos durmiendo. Total, que no había fiesta, pero si una cocina. Mi amiga italiana cocino una fritatta, que en el fondo es una tortilla de francesa con queso y jamón serrano (del real, aportado por mi querida Itsaso), y ya con el estómago lleno nos venimos a Korallen en la completa y acojonante oscuridad roskildiana.

(Mi primera tortilla de patatas. Very important moment in every Erasmus life).


sábado, 19 de enero de 2013

Shock en tierras danesas.


Esto lo escribí ayer en mi camita a las 9 de la noche instantes antes de quedarme frita:

Segundo día en Dinamarca y primero en Trekoner. He tenido 5 minutos de wifi para contactar con la civilización a través de mi hermana y mi mejor amiga Jen. He publicado una foto en Twitter para mostrar mi super-outfit en las tierras danesas, que consiste en estar cubierta de los pies a la cabeza por varias capas.

Esa ha sido toda mi conexión con mi amado Madrid.

Después de los -10 grados de la primera noche todo parece de risa. Mis padres revolotean a mi alrededor durante todo el día y yo me debato entre resistirme o vencer al amor fraternal que me impide descolgarme de mi hogar, pero que aplaca la tristeza de esta soledad roskildiana.

Parece ser que la cocina cercana a mi habitación, que no mi cocina (thank God) es la predilecta de todos los Erasmus, y hace unos días los franceses decidieron organizar una gran cena, consistente en un pollo cuyo cadáver aún yace sobre la encimera, atravesado por un gran palo coronado por un huevo duro. Yo tampoco lo entiendo. El olor aún no es espeluznante, no así la amenaza del conserje: si en dos días la cocina no está limpia llamará a la señora de la limpieza. Pagada por los residentes, claro.

Por lo demás, hemos visitado el supermercado donde nos han desangrado con los precios y la cantidad indecente de comida ecológica, y hemos ido al lugar preferido por todo rubio alto de ojos azules y mejillas sonrojadas: Ikea. Las distancias me parecen el doble de largas cuando todo está cubierto de nieve y mañana sábado espero que las cosas mejoren en cuanto a ambiente social y palique.



Hoy ya es "mañana" y sigue igual de solitario todo. El lunes, el lunes....